jueves, 19 de mayo de 2011

Etapa 5: Albergharia-a-Velha - Oporto

ETAPA 5: ALBERGHARIA-A-VELHA - OPORTO

Oporto, ¡campeao!

No obstante las movidas incidencias de anoche, salimos relativamente temprano de Albergaria-a-Velha, sin desayuno, y a pocos kilómetros llenos de pinos y eucaliptos,

nos encontramos con Albergaria-a-Nova donde desayunamos profusamente, sobretodo en lo que se refiere al suco de laranja, natural, por supuesto, en vista de que por alguna extraña razón, el triunfo del club Oporto de anoche, nos produjo mucha sed esta mañana.

Si bien nos impresionó el centro histórico de Oliveira de Azemeis, con su iglesia Matriz de San Miguel, la campiña hermosa entre Oliveira y Sao Joao, la igreja de Santo Antonio,
más nos llamó la atención a la salida de esta población el encontrarnos con una auténtica calzada romana! La historia vial del Portugal romano afloró de repente aquí, bajo nuestros pies, en un tramo tan urbanizado, donde menos se podía esperar. Se trata de grandes losas pulidas de granito que fueron colocadas hace más de 20 siglos, para formar la famosa calzada romana XVI.
Desde nuestro punto de vista y como contribución a la investigación histórica, los bicigrinos llegamos a la conclusión que los romanos no usaban bicicleta. La verdad es que esta calzada romana es tan desigual y con tantos filos de las losas que están expuestos, que constituyen una verdadera agresión al ciclista. El equilibrio que se requiere para no caerse y el consiguiente maltrato a nuestra ya sufridas posaderas fueron dignos de notarse.

En la última parte de esta etapa, el Camino Portugués avanza en busca del Valle del Duoro y la concentración urbana previa a toda gran ciudad, sustituía en varios tramos a los árboles por las casas y a la tierra por el pavimento.

Faltando todavía varios kilómetros para llegar, nos encontramos con Vila Nova de Gaia, una ciudad grande y moderna que está separada de Oporto solamente por el río Duoro (Duero, en España), la cual atravesamos lentamente por el pesado tráfico.

De repente, se llega hasta el majestuoso mirador sobre la desembocadura del Douro desde donde se empieza a tener unas vistas maravillosas de la magnífica ciudad de Oporto a la cual llegamos impresionados por su singular belleza.
Atravesar el soberbio puente D. Luiz I sobre el río Douro, una obra de ingeniería en hierro que asombra por sus dimensiones y armonía, nos produjo una sensación muy especial, porque este puente, que es solamente para personas y el tranvía, ofrece unas vistas del río, de las grandes bodegas del vino de Oporto y de la ciudad en sí misma, que son dignas de miles de postales.
Para nuestra sorpresa la ciudad estaba de fiesta. Ríos de gente caminando por las calles gritando y agitando banderas, celebraban precisamente esta tarde el campeonato de la Copa Europa de Fútbol. El mismo partido que habíamos visto anoche en Albergharia-a Velha. Luego de entretenida búsqueda entre el bullicio, llegamos finalmente a nuestro hotel que estaba estratégicamente situado. En efecto, desde las ventanas se veía la plaza y la avenida donde se estaba concentrando la gente para la gran celebración a la que habría de asistir los jugadores que se habían coronado campeones la noche anterior.
Luego de adecentarnos, descendimos por las pendientes y estrechas calles del centro de la ciudad

para comer a las orillas mismas del Duoro, en un área de restaurantes muy típicos, y en un ambiente de magia y alegría matizado por un precioso atardecer.

Estadísticas del día:

Distancia: 66 km.
Tiempo de pedaleo: 6h:00m
Velocidad media: 11 km/h
Ascenso del día: 1.103 mts.

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